En esta pirámide de aprendizaje, Glasser nos muestra cómo nuestros alumnos pueden absorber y retener mejor lo que aprenden.
95% de lo que enseñamos a otros: Cuando aprendemos algo y después tratamos de explicárselo a alguien más, nuestro cerebro organiza y procesa esa información para que podamos explicarla de la mejor manera.
El 80% de lo que hacemos: Cada cosa que nuestros alumnos hacen, desde leer y escribir hasta jugar o hacer deporte, se queda grabada en su mente. Cuando repiten esas acciones, es como si se convirtieran en parte de su personalidad.
El 70% de lo que discutimos con otros: Conversar, intercambiar ideas y reflexionar sobre lo que hemos leído, escuchado o visto es una excelente forma de afianzar lo que aprendemos.
El 50% de lo que vemos y oímos: Vivimos en una época llena de estímulos visuales y auditivos, como anuncios en las calles, luces de colores y música. Aunque estos estímulos son importantes, pueden desvanecerse con facilidad si no los conectamos emocionalmente.
El 30% de lo que vemos: Los estímulos visuales son útiles, pero si no los reforzamos adecuadamente, pueden olvidarse rápidamente.
El 20% de lo que oímos: Aunque la música y las palabras pueden quedarse en nuestra memoria, su impacto como herramienta de aprendizaje es mayor cuando se combinan con emociones y experiencias.
El 10% de lo que leemos: La lectura es el inicio, pero para que el aprendizaje sea efectivo, necesitamos combinarla con otras formas de aprendizaje y vivencias.
En resumen, esta pirámide nos muestra cómo utilizar todos nuestros sentidos y emociones para aprender de manera más efectiva y duradera. Así, el conocimiento se quedará con nosotros para siempre y no se nos olvidará fácilmente.
En ESYDE consideramos la pirámide de aprendizaje un estudio muy útil, ya que nos muestra cómo podemos sacarle el máximo provecho a nuestra forma de aprender, dando consejos para mejorar cómo aprendemos las cosas. ¡Aprovechemos todas las formas de aprender y enriquezcamos nuestra mente!
